RESISTENCIA Y CAMBIO EN EL SIGLO XXI
    Equipo de Redacción de HUELLAS

 


Muchos de los presupuestos que compartimos desde nuestro esquema operativo fueron enunciados en las décadas de los 60 y 70. Fueron momentos de importantes transformaciones sociales e ideológicas. Praga, París, Méjico, Buenos Aires, Londres, Nueva York constituyeron focos de pensamiento y acción que dejaron huellas indelebles entre los habitantes de una aldea que ya era global.

Desde entonces muchos han sido los avatares atravesados por la investigación social. Se acabó el siglo con la caída del muro de Berlín (Hobsbawm), apareció un potente pensamiento neoliberal que según Haro Tecglen y Ramoneda fue quien más rápido y claro, aprendió del mayo francés.

La edad de oro del pensamiento operativo: Pichón, Bleger… en el primer periodo expansivo americano. Desarrollos posteriores condicionados por las derivas políticas: dictaduras latinoamericanas y exilios europeos… Arraigo de ese pensamiento en una Europa en proceso de transformación de una forma notoria en los países mediterráneos y compartiendo campo y aportaciones con otras formas próximas de entender lo social (Bion, Käes, Lapassade, Guattari…).

No podemos pensar que con el siglo XXI murieron los movimientos sociales. Bien al contrario, es en 1994 cuando en la Sierra Lacandona emerge el EZLN, quien a la vez que recupera el análisis de luchas anteriores, lo hace reformulando enunciados sobre liderazgos, territorios y lenguajes políticos. Las cumbres económicas son contestadas en este nuevo siglo en múltiples y dispersos lugares del planeta por convocatorias masivas de jóvenes que protestan el modelo neoliberal y aun en pleno monopolio mediático de la crisis financiera. En junio de 2010, cientos de personas comprometidas intentaban llegar en barcos a la franja de Gaza y romper el bloqueo israelí. Y hemos comenzado 2011 con una sorprendente agitación social en el mismo centro del mediterráneo. Túnez, Albania, Yemen, Egipto (cerramos esta editorial en febrero de 2011, no sabemos lo que puede ocurrir más en el Norte de África) han aparecido como focos de transformación política y social justo cuando en la otra orilla del Mare Nostrum la abnegación y el sometimiento a los criterios del mercado salvador parecen incuestionables.

Las nuevas situaciones sociales han sido también respondidas desde las nuevas tecnologías. Junto a realidades y lecturas orwelianas de Internet, los usos y compromisos de estas formas de comunicación también han generado nuevos modelos de acción política. Nodo50, Pangea se han organizado como redes que a través de ordenadores reúnen personas, voluntades y proyectos. De Facebook a Twitter, las nuevas redes sociales han permitido recomponer formas de respuesta a conflictos y necesidades sociales.

Mientras tanto el pensamiento único se fue extendiendo hegemónicamente y el neoliberalismo convirtiéndose en un referente político que ha inundado instituciones y prácticas.

El pesimismo y la añoranza aparecen en muchas personas que miran con resignación y pena hacia unos tiempos pasados que empiezan a tener valor de mito. Parecería que realmente hubiéramos interiorizado la tesis de Fukuyama y creyéramos verdaderamente que se acabó la historia, que ya no hay lugar para procesos de cambio y transformación social. Esta situación requiere una revisión crítica de nuestro esquema de referencia y una valoración operativa de nuestra noción de tarea.
Nuestro análisis de la tarea requiere entrar a determinar y perfilar cuáles son, en la actualidad, los nuevos objetos de nuestra práctica psicosocial. También nos resulta fundamental esclarecer en qué posiciones nos movemos frente a la intervención clínica que desarrollamos. Y en estas coordenadas nos queda reabrir el debate sobre la noción de proyecto pichoniana: cómo movernos hacia el futuro, de qué manera se integra lo hecho y lo andado con el porvenir.

Desde nuestra perspectiva una forma de combatir la cristalización mítica e inmovilizante del siglo XX es analizar críticamente fundamentos y actuaciones, buscando códigos que nos permitan aprender (no repetir) y que nos incluyan como un objeto para el análisis y la investigación.

No sólo han cambiado o deben revisarse los parámetros sociales en los que pretendemos desarrollar nuestra actividad. Nosotros, los agentes dinamizadores de esos procesos también formamos parte de la ecuación, también debemos pensarnos como objeto de investigación.

¿Qué significa el cambio social en la práctica profesional del siglo XXI? ¿Qué aspectos resistenciales son los que caracterizan nuestro campo de actuación en las distintas actividades de lo social en las que trabajamos? ¿Desde dónde investigar y trabajar sobre nuestras resistencias interiores a operar con lo dado, con lo único con lo que es posible trabajar?

Estas son preguntas que precisan ser incluidas en nuestra reflexión sobre el hacer, que deben integrarse en nuestra práctica para poder afrontar de manera crítica la generación de movimiento y para evitar quedarnos atrapados en las redes nostálgicas de lo que fue y nunca más será.