"EL GRUPO OPERATIVO EN LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA
     EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES"
[1]
      Pilar Errázuriz Vidal

 


Por los campos sembrados de posibles objetos de investigación -en especial los grupos vulnerables- , pululamos investigadores e investigadoras en Ciencias Sociales y Humanas con una cierta dosis de ingenuidad y, por cierto, una gran dosis de buena fe. Pero corremos el riesgo de tropezar con la omnipotencia: creernos sujetos legitimados por el saber académico cuya curiosidad está justificada por el aporte que realizamos a nuestra disciplina, a nuestro país, en fin, a la humanidad entera. Acuñamos hipótesis, construimos imaginarios y sofisticadas técnicas que atrapan las respuestas de los sujetos como si fueran mariposas en una red. Luego, disponemos nuestros hallazgos bajo una ceñuda objetividad, clasificamos por colores, por morfología y perfil, convencidos y convencidas que estamos tocando con un dedo mágico la "Verdad Social". A continuación, registramos rigurosamente nuestras abstracciones en informes adornados por cifras, gráficos, crónicas anunciadas y otros ingredientes, habiendo cumplido una misión de búsqueda y rescate de retazos de vida de nuestros objetos de investigación como en una serie sartriana. Objetos intercambiables, caras difuminadas, nombres y propósitos que pueblan de fantasmas nuestras aulas.

Es esta la perspectiva de investigación que la Epistemología Feminista critica. Desde los Estudios de Género hemos renunciado a la noción de objetividad, tan falaz como ilusoria, cuando se trata de encuentro entre sujetos; o en general, cuando se trata de la percepción de lo que suponemos la realidad. Asimismo, hemos archivado el término de objetos de la investigación para intentar una participación protagónica de los sujetos que colaboran en nuestro quehacer. Sin embargo, esto también es ilusorio. Sabemos que se genera una relación de poder entre sujetos que investigan y objetos que son investigados aunque les pongamos otro nombre. Nosotros y nosotras que nos preparamos para ir a terreno a explorar las subjetividades contamos con muchas ventajas: la mayor de todas es la inspiración de la profecía cumplida que llamamos elegantemente 'comprobación de la hipótesis'. La segunda es que no participamos de manera simétrica en la recolección de hilos y tejidos de relatos: desembarcamos con efecto sorpresa, pisando fuerte y en nombre de la tan augusta ciencia que debe acallar cualquier resistencia. Interrogamos; suavemente, claro está; anotamos o grabamos; respetuosamente, claro está; luego nos despedimos amablemente y partimos con nuestro tesoro debajo de la toga de nuestra disciplina como cazadores furtivos. Impecable procedimiento, ético sin duda, pero no vinculante. Interrogamos, suponemos, opinamos, pero permanecemos ajenos/ajenas. Yo, sujeto neutro, como si no fuera mortal, como si no sufriera de nada, como si los mandatos de género y clase no me condicionaran en el encuentro con los demás; yo, investigadora en ciencias sociales y humanas sobrevuelo las realidades, construyo catastros y documentaciones desde un cuerpo glorioso, inasible, imperturbable. Por último, para nuestra tranquilidad, nos espera una oficina que nos habla de libros, papeles y tradiciones académicas que desdibujarán la experiencia vivida por intensa que haya sido. El canon nos indica que lo que no podemos olvidar, porque es lo que importa, son los informes, las cifras, las frases textuales y, por sobre todo, sentir que estamos participando en un quehacer social. Esto es lo que el sistema nos exige, en especial los tan codiciados proyectos concursables que se ocupan más de la rendición de cuentas, de las cifras y porcentajes que de los sutiles contenidos de la investigación.

En esta rotunda crítica dos perspectivas nos animan, aquella heredada de la psicología social de Pichon Rivière, de sus conceptos dialécticos y vinculares, así como aquella de la epistemología feminista que considera la relatividad de toda investigación porque reconoce -al igual que la física cuántica- la influencia de los y las investigadores/as en el encuentro con los sujetos y en los resultados del proceso. Ambas escuelas proponen interactuar con los sujetos en pequeños grupos, Grupos de Autoconciencia en el caso del feminismo, Grupos Operativos en psicología social. Ni una ni otra aproximación al trabajo en pequeños grupos es neutra o inocente. La intención es generar espacios para el desarrollo de la subjetividad política de los participantes, es la oferta de un lugar de palabra y representación lo más "a salvo" posible de las influencias depredadoras, tanto internas como externas. Efectivamente, si escuchamos con atención nuestro mundo interno, advertimos un murmullo generado por el grupo que nos habita y nos constituye.
El guión de nuestro grupo interno vacila entre los propósitos más feroces de los depredadores y los más auspiciosos de nuestros hados y hadas madrinas. Pero, no solo de mundo interno vive el sujeto sino también de mandatos de las instituciones de lo simbólico, de coyunturas políticas, de imaginarios sociales que interactúan con los depredadores internos más a menudo que con los hados y hadas madrinas. Depredadores internos y depredadores externos constituyen un club al que hay que recurrir a diario para transar pensamientos, palabras y obras. Si no son los unos que censuran, son los otros. El contubernio a veces es flagrante y reconocemos en lo externo lo interno o quizás proyectemos los fantasmas que se enroscan en alguna norma o en algún mandato coercitivo.

Nada fácil nuestro devenir, nada fácil nuestra andadura cotidiana, nada fácil navegar desde el alfa al omega del día. Y es este devenir de los sujetos, incluyendo nuestra emulsión particular, al que accedemos investigadores e investigadoras, aquel que observamos, rescatamos, coleccionamos. Por lo tanto estamos frente a un panorama que es fuerte y frágil a la vez. Es fuerte porque carga conflictos, contradicciones y ambivalencias, y es frágil porque está atravesado por aprensiones, presagios e inquietud.

Cuánto riesgo corremos, a pesar de nuestra buena fe, a pesar de la ética que nos anima, a pesar de una legitimidad que nos justifica. Corremos el riesgo de ejercer una iatrogenia con la intrusión en la vida de los participantes en la investigación. Agitamos las representaciones de los y las sujetos sujetados a nuestro interés por sus respuestas, los colocamos bajo el foco de atención académica que halaga su narcisismo, y luego los dejamos en un terreno de nadie elaborando y rememorando la peculiar experiencia. Todo ello ¿A cambio de qué? ¿Solo a cambio de prestarnos como receptores de una catarsis individual o colectiva? Pensamos que no es suficiente ofertar solo un espacio catártico. Planteamos un trueque a modo de beneficio para los sujetos de la investigación: a cambio de la intrusión en sus vidas y de los fragmentos que nos regalan, ofrecemos un proyecto de construcción y reconstrucción de espacios ciudadanos poniendo nuestros instrumentos a su disposición.

De la epistemología feminista nos inspiramos en el concepto de objetividad dinámica que supone considerar nuestra propia subjetividad en el campo interactivo de la investigación. Asimismo tenemos en cuenta el stand point de los y las investigadores/as, es decir desde donde intervenimos, desde donde hablamos, portadores de un cuerpo, de un sexo, de una determinada apariencia que corresponde a nuestra performance del género, de la clase, de la raza y de la opción sexual. Por una parte sospechamos que solo podremos escuchar a los sujetos de la investigación desde lo que somos y desde donde estamos y hasta donde hemos llegado en nuestro proceso subjetivo. Por otra, no podemos escamotear el hecho de que se establece una relación de poder con los sujetos investigados. La estructura de una investigación desde su inicio ha situado al "objeto" de investigación en el lugar "otro", el "otro" del sujeto que conduce la maniobra. Se instituye la asimetría en tanto irremediable. Cómo, entonces, al menos, mitigarla. Desde nuestro punto de vista una forma sería la oferta de un espacio para la voz y la palabra de los sujetos sin condicionamientos previos explícitos o manifiestos, sin la direccionalidad obsesiva de buscar la profecía anunciada.
Establecer un diálogo vinculante entre investigadores e investigados y una devolución sistemática de los hallazgos puede dar cuenta de mayor horizontalidad. En cierta medida situarse con esta perspectiva frente a los sujetos puede compensar el vínculo jerarquizado, cualquiera sea la disciplina que nos anima y la técnica que empleemos.

En psicología social privilegiamos la técnica de Grupo Operativo de Pichon Rivière que se sitúa en una perspectiva vinculante. Se oferta un espacio para desarrollar un co-pensamiento entre los sujetos que participan en una investigación y el coordinador o coordinadora solo establece su presencia en calidad de guardián de la tarea. Y ¿Cuál es esta tarea? La primera tarea que propone la perspectiva psicoanalítica en los Grupos Operativos no es menor: se trata de la pretensión de desenmarañar los contenidos latentes e inconscientes de los propósitos que emergen durante la multiplicación narcisística y el intercambio de ideas en el trabajo grupal. Sutil y difícil tarea, que se propone construir para los sujetos una burbuja para la deconstrucción de las creencias, prejuicios, estereotipos y mandatos de género y clase, así como desenmascarar en todo ello la violencia simbólica. La segunda tarea consiste en la contención de las ansiedades y de los miedos que van asociados al material emergente. Por último, una tercera tarea es la de construir un modelo dialéctico de participación en un espacio en que el secreto grupal, la mutua representación interna y la multiplicación narcisista sirvan de referente para el desarrollo de la subjetividad política. La tarea, como un todo, consiste en generar un espacio para estar-hacer-pensar con otros, como bien lo expresa la psicoanalista Ana Fernández, ofreciendo una experiencia de horizontalidad y de democracia directa en plenarios que completen las dinámicas de pequeños grupos o en Grupo Operativo amplio.

Ahora bien ¿Qué entendemos por subjetividad política? Complejo definirlo en dos palabras. Sugiero que nos representemos una subjetividad que puede divisar aquellos resquicios no cooptados por las triquiñuelas del sistema, aquello de nuestra identidad que no se identifica totalmente con lo que se dice que somos o que debemos ser. Imaginemos un ejercicio de deconstrucción y cuestionamiento de los destinos precarios que -en cuanto pueden- nos atrapan simbólica y materialmente en jaulas de subordinación y marginación. Explorar los márgenes de lo reprimido más allá de la sujeción de la biopolítica y del panóptico de las instituciones hegemónicas es uno de los ejercicios para la construcción de la subjetividad política. Las estrategias de dominio no desaparecerán por estos procedimientos, pero facilitar un espacio para ensayar liderazgos y representarse los cambios sociales es una condición necesaria para iniciar un proceso de generar grupos de autogestión. Un ejemplo consiste en el trabajo que nuestro Proyecto Anillo ha iniciado en la VI región para la reconstrucción del terremoto. Deficiencias jurídicas, dificultades burocráticas, poca disponibilidad del Estado mantienen a una gran parte de la población en condiciones de desprotección. Solo las agrupaciones de pobladores, la creación de colectivos, el empoderamiento de los actores sociales pueden debatir con los obstáculos. Esta proyección necesita gimnasia y ejercicio representacional para la participación ciudadana.

Nuestra propuesta es entretejer la psicología social con la práctica ciudadana, es explorar las subjetividades con la consiguiente apropiación identitaria, en fin, generar un espacio que estimule la creación de colectivos y refuerce el tejido comunitario. Solo así habremos roto el círculo de poder y asimetría que suele caracterizar a las investigaciones en ciencias sociales y humanas.


[1] Conferencia leída en I JORNADA INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN PSICO-CIUDADANA EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES del PROYECTO ANILLO DE ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS DE GÉNERO Y CULTURA, SOC 21, FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES, UNIVERSIDAD DE CHILE, el 24 de agosto 2010.